Les presentamos los jurados del concurso para profesores de la primera región “Escuela del siglo XXI”, el cual esta siendo organizado por el Morrocotudo, en conjunto con AtinaChile, Fundación Mercator, Universidad de Tarapacá, Senador Fernando Flores y patrocinado por FESAP y que busca premiar la vinculación de las prácticas digitales al interior de las aulas de nuestra región.
Además aprovechamos de comunicar que dada la gran demanda de nuestro concurso es que hemos ampliado los plazos, además de estar prontos a realizar un lanzamiento oficial que pronto estaremos comunicando.
Los jurados son los siguientes:
Alberto Precht: Ex dirigente estudiantil de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh). Director de “El Morrocotudo”, así como su red de diarios ciudadanos, entre los que actualmente se está sumando un cuarto en la Región de Coquimbo.
Vesna Karmelic: Psicóloga de profesión. Ha creado una carrera académica en la Universidad de Tarapacá, donde fue Directora de Admisión y hoy es Directora Ejecutiva del Centro de Emprendimiento, Gestión y Liderazgo. Ha sido una de las mayores difusoras de la capacidad emprendedora en Arica.
Nitza Hrepic: Psicóloga de profesión. Representante de la Fundación Mercator en el concurso. Desde dicha fundación ha impulsado proyectos como “Alfabetización digital”. Esta a cargo de la apropiación tecnológica en la educación de la primera región.
Vlado Mirosevic: Ex Presidente de los estudiantes secundarios de Arica (FESAP). Actualmente es estudiante de Ciencias Políticas en la capital. Fundador del movimiento ciudadano AtinaChile, dedicado a promover innovaciones en materias políticas, tecnológicas, educacionales, culturales y económicas.
Bronia Castillo: actual Seremi de Educación de la primera región. Es profesora de profesión. Fue Gobernadora de la Provincia de Arica y es miembro del Directorio de la Universidad de Tarapacá.
Fernando Flores: Ingeniero Civil y Doctor en Filosofía. Destacado pensador y profesor prestigiado en un centenar de países, en materias educativas. Senador por la I Región. Vicepresidente de la Fundación País Digital. Uno de los lideres en la promoción de las nuevas tecnologías en Chile y difusor de los blogs.
Parte de este titulo se lo copie a mi amigo Esteban Valenzuela, ya que me pareció acertadísimo. Cuando recordamos los años de colegios, a muchos se les aparece las largas horas de clases, esa lata que nos gobernaba mientras mirábamos cansados el pizarrón. Horas escuchando sin poder agregar mucho, las manos cansadas de copiar el largo dictado de la profe de Biología.
Por lo general tenemos una resignación instalada en las salas de clases chilenas: pensamos que tendremos mejor educación en la medida que más conocimiento le entreguemos a los alumnos, mientras más horas frente al pizarrón, mientras más horas de dictado y más memorización logremos.
Sin embargo, mas que educar o aprender, lo único que producimos es la enfermedad crónica de la “Bulimia Académica”. Claro, los estudiantes memorizan como si el conocimiento se pudiera comer y luego lo vomitan exactamente igual al momento de responder en una prueba.
Lamentablemente estamos acostumbrados a creer que las buenas notas son signo de “éxito”. De esta manera las malas notas son sinónimo de “fracaso seguro en el futuro”. Esto debela nuestra ceguera en torno a la pregunta ¿En qué consiste educar?
Tema extenso que no tocare en este articulo.
Por otro lado, el movimiento secundario fue un reacción contra la lata, contra esa educación añeja que no entiende el futuro, esa educación que nos deja obsoletos rápidamente. También manifestó la profunda insatisfacción con esa educación de clase y tremendamente desigual.
En el mundo y el momento histórico que nos toca vivir, para bien y para mal, necesitamos una educación del siglo XXI. Ofrezco aquí algunas reflexiones contra la lata.
1. Preservar la propiedad intelectual y gestionarla de forma más flexible, abierta y participativa.
2. Ampliar el ámbito del dominio público, cada día más amenazado y estrecho.
3. Fomentar fórmulas de derechos de la propiedad intelectual flexibles que permitan a los autores decidir cómo permiten el disfrute y uso (comercial y no comercial) de sus obras.
4. Adaptar la cultura, la creación y la industria de los contenidos a un nuevo escenario tecnológico con escaso coste de copia y distribución y marcado por nuevos métodos de consumo y comercialización.
5. Convertir en excepción voluntaria la gestión comercial de los derechos de propiedad intelectual, no en regla. Ahora toda obra queda protegida (en explotación comercial) cuando se crea. La idea es hacerlo al revés: toda creación está libre de derechos hasta que el autor elija a qué derechos se acoge, sean flexibles y limitados (Creative Commons, por ejemplo) o generales.
6. Limitar la duración de los derechos de autor a un período sensato (ahora es de vida más 70 años).
7. Ampliar el derecho de cita siempre que no sea copia y relajar la presión sobre una cultura y unas obras plenas de intertextualidad y donde la integración o el hipertexto forman redes de contenidos muchas veces imposibles de gestionar con el actual sistema de derechos.
8. Reducir el tiempo y ámbito de explotación comercial de todas las obras subvencionadas, sustentadas o de propiedad (total o parcial) con fondos públicos. Revertirlas cuanto antes al dominio público.
9. Proteger a los autores de obras colectivas (habitual en los medios, por ejemplo), ahora muy sometidos a los editores y detentadores de los derechos.
10. Fomentar la creación de obras participativas y libres, especialmente en los ámbitos académicos, de investigación y de innovación.
11. Dedicar una parte de los derechos de autor a financiar obras de dominio público.
Andrés Manuel Lopéz Obrador, del Partido de la Revolución Democratica (PRD).
Robero Madrazo, del Partido Revolucionario Institucional (PRI).